El monte, la montaña... Dos palabras que son una. Tan natural, verde, armoniosa... ¡qué paz inspira! Da la sensación de algo que intenta salir de la Tierra, buscando ser libre.
De lejos; ¡qué grandeza, qué majestuosidad! Allí con la cumbre nevada impone respeto. Al acercarse, todo son bellos prados verdes, bosques, plantas y flores de todos los colores imaginables: donde viven los seres mas pequeños de la naturaleza. En la cima espera el éxito, la satisfacción de haber llegado hasta ahí. Y más arriba, nada: tan solo el cielo azul y puro.
De día te iluminas para que todos podamos apreciar tu belleza. De noche, sin embargo, el manto de la oscuridad te cubre, hasta el alba, cuando vuelves a brillar. Trampa para los osados, compañera para los cautos y pacientes.
Subir la montaña es como una comparación de la vida: al principio todo es fácil; luego empieza lo difícil, donde hay que esforzarse y trabajar; y al final, la recompensa al trabajo bien hecho.
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