¡La calculadora! ¡Qué palabra tan medida, tan llana y compleja, tan integrable y derivada! Parece que es gracias al sol que funciona, sirviendo de utilidad para los incultos dedos humanos.
Básica en su funcionamiento, irritante por su sonido, mágica en sus resultados y muy útil para sus copiados. Fuera, y gracias a una resistente cubierta, aguarda el misterio de su sabiduría bajo teclas y brillantes estrellas.
Tras presionar varias teclas resbaladizas con distintos colores de fondo, tanto números como letras, en una situación de tensión constante, se halla lo deseado. El resultado, al fin.
¡Oh milagro de científicos e ingenieros! ¡Qué gran trabajo hecho! ¡Qué mezcla de sentimientos: admiración y gratitud!
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